Tu desespero es tu lucidez.
Tus obsesiones, tu espontaneidad.
Tus sueños, de hecho, son el reflejo
de tus huidas.
Perdóname, esta noche
prefiero no saber nada;
ser tanto sorda como ciega,
tan indiferente como pueda.
Mis sueños son un reflejo
de mis límites, ya ves.
Mi desespero es mi inmadurez;
mis obsesiones, mi mediocridad.
Si todas mis torpezas,
por desgracia, te hieren
no me queda más que vivir escondida
pues, en el fondo, me quisieras muda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario